Acércate en silencio
a mis fisuras
adelgazando el grosor
de tus pisadas.
Hoy está mi superficie
tan desnuda
que al más mínimo roce
se desgrana
No era de roca
ni alabastro,
tampoco inoxidable
cual acero.
Y hoy se muestra frágil
como el barro
expuesto a los golpes
del mortero.
Si vienes hasta mi
no me menciones,
acalla en ti el impulso
de nombrarme.
Y di a tu corazón
que me perdone
que el mío a duras penas
aún late.
2 comentarios:
Bonito, muy bonito este poema.
Un abrazo.
Muchas gracias Rafael, muy amable de su parte leerme y dejar su comentario.
Mis saludos
Cecy
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