Yo nombré niebla
y tu amor apareció
con todas sus humedades
con todo su frío interior
En él hice mi nido
allí derramé mi calor
allí derramé mi calor
más hay fríos perennes
que no calienta ni el sol.
Te desgarré y me desgarraste
hurgándonos el dolor
apostamos todos los sueños
al número perdedor.
Y aún así te llamo ternura
y tú me sigues llamando amor...