Yo siempre amé los silencios
los nidos de las cornisas
los espacios abiertos.
Busqué la sabiduría del árbol
hurgué en los bolsillos del tiempo
y de un gorrión pequeño
aprendí técnicas de vuelo.
De la piedra la trascendencia
el rodar la vida y seguir entera.
Del mar que la furia pasa
y que las corrientes no son eternas.
Las golondrinas me hablaron de ausencia
y que cuando algo se va, también algo queda.
Que nada nos pertenece, igual que ellas
la vida es una eterna viajera...
2 comentarios:
Bella poesia.
Buena semana.
Abrazo.
Gracias Eduardo, mis saludos .
Cecy
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