Embriagada de tus tintas ando
cómo uva madurando en la parra
mientras al sol de tu mirada
se vuelve mieles mi savia.
Arrebolada como la tarde
me pueblan tus colores y tu nombre
se funden en la piel de mi horizonte
sin pudor, sin huellas ni temores.
Y me vuelvo a derramar en ti
como lluvia que cae sobre el lago
soy el árbol que olvidando su raíz
busca alturas que florezcan en tus labios.
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