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martes, 11 de septiembre de 2012

SEQUÍA...




No fueron 
sus aguas suficientes
para regar 
la sequía de mis tierras.
Ni alimentaron
las raíces sus nutrientes
cuando desfallecía 
de sed toda la siembra.

Allí quedó 
el racimo olvidado,
a la espera 
de los días de vendimia.
En esferas 
cristalinas apiñados
el sol que los bronceara 
se dormía.

En ese espacio
 inmenso e impenetrable
palidecen las violetas 
de los sueños,
parece que recién
 han comprendido
que todo se perdió
junto a la tarde.

Y vuelan las gaviotas 
a sus nidos
llevándose
 lo que han robado al sol
un haz de luz,  una sombra,
 un quejido,
 momentos alumbrando
el corazón.