Cayó tu semilla en mi surco
germinó la espiga a su abrigo
madurando al sol de la vida
alimentó mi alma su trigo
Resistiendo la dura molienda
conservaste tu materia prima
llegando a ser pan de mi mesa
amasijo de la más fina harina
Y ya ves que no fue suficiente
para dar por vencido el impulso
ni las plagas carcomiendo simientes
ni los vientos que frenaban su curso.
Llegaste más allá del deseo
las fronteras no impidieron tu vuelo
Tus colores hoy me visten el cuerpo
cómo viste la flor al ciruelo.
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