No fueron
sus aguas suficientes
para regar
la sequía de mis tierras.
Ni alimentaron
las raíces sus nutrientes
cuando desfallecía
de sed toda la siembra.
Allí quedó
el racimo olvidado,
a la espera
de los días de vendimia.
En esferas
cristalinas apiñados
el sol que los bronceara
se dormía.
En ese espacio
inmenso e impenetrable
palidecen las violetas
de los sueños,
parece que recién
han comprendido
que todo se perdió
junto a la tarde.
Y vuelan las gaviotas
a sus nidos
llevándose
lo que han robado al sol
un haz de luz, una sombra,
un quejido,
momentos alumbrando
el corazón.
momentos alumbrando
el corazón.