Uno decide su suerte
nada pasa por azar
por eso no te culpo
de que me causaras mal.
Yo te elegí libremente
convencida que eras genial
soñando compartir tu senda
adorando hasta tu respirar.
Pero tú jamás fuiste otro
eras sólo tú nada más
fui yo que engañando los ojos
te miraba sin ver la verdad.
Mediste con tu metro mi altura
olvidando la individualidad
no porque tú mientas yo lo hago
yo siempre dije la verdad.
Que torpe tu juego, que inútil
tanto tiempo malgastado
mejor nunca me hubieses dicho
que acomode mi ancla a tu lado.
Ahora este dolor estéril
incandescente en mi costado
mientras deshojo de tristezas los días
a la espera de haberte olvidado...
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