Yo renuncié al olvido
cuando tatué
en mi muñeca izquierda
tu sello.
Quise marcar este tiempo
en la carne y más adentro.
Llevarlo conmigo
igual cómo hoy te llevo.
Más allá de la materia
sobreviviendo a los vientos
y a los presagios grises
que anuncian aguaceros.
Yo renuncié al olvido
y te nombré mi puerto
con el hilo de mi voz que tiembla
en la salinidad de tus versos.
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