Llegó
parpadeante
el amor
con destellos
cegando los ojos
Me atrajo
cual metal
a su imán
y le abrí
sin dudar
mis cerrojos.
Se hizo dueño
de todos
mis tiempos
succionando
de mi flor
la alegría
Y le di
mis mejores
momentos
sin temor
le entregué
hasta la vida
Por seguirle
replegué
mis dos alas
Le ofrecí
lo mejor
de mis suelos
Caminando
a su vera dejaba
enterradas
mis ansias
de vuelo
Olvidé
que el amor
se equivoca
puede herir
la carne
y el alma
Cómo espinas
que lleva
la rosa
dañando
a quien
quiera tocarla
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