Sobre mi espalda tu cuerpo
como un vencido guerrero
y sin amor nos amamos tanto
encendiendo todos los fuegos
que la piel se me convirtió en nido
pa cobijar tus silencios.
Y así quemamos la tarde
con sus enaguas de tedio
y así golpearon tus aguas
la soledad de mi puerto.
Sin vendernos promesas
ni gastados juramentos...
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