A mi me sangra tu ausencia
desde el alma a la piel
y deja surcos amargos
que bien se que no ves.
Son como el agua del mar
donde la sal no se advierte
y oculta en su transparencia
muerde, hiere y escuece.
Así mi tristeza va
entre la risa escondida
con sus enaguas de sal
mordiéndole las heridas.
Más si tu la desnudaras
capa por capa, verías
que está cubierta de lágrimas
cada nota de esta alegría.
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