Estaba allí esperando por mi
escrito en la vida desde siempre
mil veces creo que pasé por allí
con los ojos abiertos, pero sin verle
Vivíamos de forma tan parecida
pero ambos en esquinas diferentes
los dos veíamos la luna en su crecida
separados por mares y continentes.
Soñábamos encontrarnos desde niños
cómo sueñan las nubes con el viento
nos dimos tantas veces por vencidos
creyendo que tan sólo eran sueños.
No sabía ni siquiera su nombre
ni conocía el color de su piel
sólo sabía que él era el hombre
que me complementaría cómo mujer
Hasta que un día de Septiembre
cuando la primavera cuajaba en mi tierra
desde la suya en un otoño incipiente
el destino nos unía con lazos de hiedra
Quizás fue el mirarlo y sentirme suya
con la certeza de la flor en el prado
que pudiendo escoger la libertad de la grulla
elige enraizar por siempre a su lado.
Hoy nuestras sombras en el pavimento
se abrazan alargadas cómo atrapando la luz
y se confunde en uno sólo nuestro aliento
uniendo mi pueblo a su pueblo andaluz.